El enigmático caso de los diarios perdidos

Desde hace mucho tiempo los vecinos y vecinas de esta comunidad despertaban con la ingrata novedad que no tenían el diario para leer. Lo primero que se les ocurría era acusar al canillita de olvidadizo.

Sin embargo, al llegar la fecha de pago y cuando el canillita veía que le abonaban de menos, se armaban las discusiones. El canillita sostenía que siempre dejaba el diario, y los clientes respondían que no era así. Obviamente, había algo de razón. El canillita dejaba el diario, pero no llegaba a manos del cliente.

Fue a partir de ese momento que las partes afectadas decidieron saber qué era lo que pasaba. De esa manera, con la ayuda de la tecnología, comenzaron a investigar.

Con cámaras de seguridad de por medio, pudieron llegar a dilucidar el misterio. Fueron a la «casetera» y apretaron «Rewind» para poder observar lo que se había registrado en el vídeo.

De esa manera, las partes afectadas pudieron dar con la verdad. El canillita si dejaba el diario, pero no llegaba a manos del usuario. El que impedía que se concretará la transacción era un canillita exonerado.

El raid delictivo del canillita en desgracia era amplio, no actuaba siempre en la misma zona, y aparentemente tenía estudiadas las casas y el lugar donde dejaban el diario, si era en el jardín o en una ventana, eran blanco seguro.

Lo que no se pudo saber, y que aún mantiene ocupados a los investigadores, es dilucidar dónde van a parar los diarios sustraídos.

¿Los hurtaba en venganza? ¿Los tiraba? O ¿Van aparar a un mercado negro de lectores?