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De familia humilde y de una provincia sin exploración en las ciencias físicas y astronómicas, a ser candidato al premio Nobel en Física

Julio Navarro es santiagueño, trabaja en Canadá y aborda uno de los grandes interrogantes de la ciencia actual: la materia oscura.

Para determinar quiénes serán los Citation Laureates, los analistas de Clarivate escogen a los autores de trabajos que fueron citados más de 1.000 veces en la Web of Science. Del total de artículos publicados en este servicio online de información científica, solo el 0,04% recibieron este nivel de atención por parte de sus pares. Entre 2002 y 2019, este listado identificó a 59 investigadores que en los años posteriores ganaron un Nobel.

«Si bien no hay una relación directa entre la nominación y el premio, siento que es un honor pertenecer al grupo de investigadores que figuran en dicha nómina. Los Nobel son elegidos por un grupo pequeño, cuyo criterio de selección es un misterio. En el caso de los Citation Laureates, la elección es medible y demostrable, lo que otorga cierta transparencia al proceso”, sostiene Navarro.

Julio Navarro dictando clases en la Universidad de Victoria, en Canadá, donde trabaja como docente hace 22 años.

Julio Navarro dictando clases en la Universidad de Victoria, en Canadá, donde trabaja como docente hace 22 años.

En 1986, Navarro se recibió de licenciado en astronomía en la UNC, donde también completó el posgrado de doctorado. Allí fue compañero de Gabriela González, actual miembro, vocera y líder del equipo del Observatorio de Ondas Gravitacionales por Interferometría Láser (LIGO).

“De Argentina guardo un montón de recuerdos y cada tanto voy de visita. Toda mi familia está en Santiago del Estero, donde tengo siete hermanos. Si hay algo que agradezco es que, pese a ser de origen humilde, el sistema de educación gratuita me permitió terminar mi carrera de grado y progresar fuera del país”, comenta con un leve acento sajón.

En la actualidad, utiliza supercomputadoras para rastrear el origen de la materia oscura. Su objetivo es intentar recrear las condiciones iniciales del Universo para simular cómo fue su evolución. Cada una de estas pruebas le demandan unos dos meses de procesamiento. En total, es un grupo de 100 personas las que trabajan en estos análisis.

El 95% de la composición del Universo es desconocida. El 27 % corresponde a la materia oscura y el 68% restante es considerada energía oscura.

El 95% de la composición del Universo es desconocida. El 27 % corresponde a la materia oscura y el 68% restante es considerada energía oscura.

«Las observaciones del fondo de radiación cósmica (luz que proviene de los confines del Universo y que fue emitida cerca del momento del Big Bang) nos muestran que en sus inicios el Universo era muy denso y casi perfectamente uniforme. También se revelan pequeñas perturbaciones alrededor de esa homogeneidad, que hoy podemos medir y caracterizar con altísima precisión”, reseña.

Estas “condiciones iniciales” se pueden representar numéricamente en una red de computadora que están alojadas en Alemania e Inglaterra y que se consultan en forma remota.

“Las máquinas pueden resolver las ecuaciones de la Relatividad General y predecir cómo van a evolucionar estas perturbaciones a medida que el Universo se expande. Vemos que, en la presencia de materia oscura, la gravedad de estas perturbaciones muta o se transforma y conduce a la formación de objetos de diferente masa, que luego siguen creciendo gradualmente, formado galaxias, grupos y cúmulos de galaxias y todas las estructuras que vemos en el Universo”.

Julio Navarro, durante una charla con alumnos de la Universidad de Victoria, en Canadá.

Julio Navarro, durante una charla con alumnos de la Universidad de Victoria, en Canadá.

Toda la estructura actual del Universo – sugiere Navarro- deriva entonces de la “amplificación gravitacional” de esas pequeñísimas perturbaciones en el Universo temprano.

En 1991 viajó al Reino Unido, donde cursó estudios y se desempeñó como investigador asociado del Instituto de Astronomía de la Universidad de Cambridge. Estuvo en el Observatorio Steward de la Universidad de Arizona y fue profesor de la Universidad de Massachusetts.

“Tener experiencia académica en diferentes lugares y haber cursado varios doctorados, te habilita a un cargo permanente en cualquier universidad. De todas las elecciones que se me presentaron, me quedó con la de la Universidad de Victoria, en Canadá. La vida aquí es tranquila, muy predecible y hasta te diría que aburrida. Pero también muy confortable. El lugar es muy similar a Bariloche”, destaca.

El 95% de la composición del Universo es completamente invisible para los ojos de los telescopios. Mientras el 27% del total corresponde a la materia oscura, el 68% restante es considerada energía oscura y es algo que resulta muy enigmático.

La carrera por los Premios Nobel 2020

Estos son los principales candidatos según la lista Thomson Reuters Citation Laureates que cada año vaticina los posibles ganadores.


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Infografía: Clarín

“Para la materia oscura tenemos buenas ideas, entendemos que es una partícula subatómica, que posee determinadas características. Y si bien ninguna hipótesis pudo ser verificada, creemos que vamos por el camino correcto. Todo lo contrario ocurre con la energía oscura. La única pista es lo que se conoce como la constante cosmológica, un concepto bien sencillo que se le ocurrió a Einstein cuando propuso el primer modelo del Universo, basado en la teoría de la Relatividad General”.

Se trata de una modificación de su ecuación original del campo gravitatorio para conseguir una solución que diera un universo estático.

“Esta es la única idea que se dispone en la actualidad, aunque tampoco es muy alentadora. Esta constante cosmológica representa la energía neta del vacío, es decir, la energía de la nada”.

Para explicar esta abstracción, propone imaginar cuál sería el resultado si, como si fuera un jarro con caramelos, uno tuviera que vaciar por completo todo el volumen interior del Universo. Quitando la luz, las partículas y la materia oscura que flotan en su interior.

“El problema –acentúa- es que, si uno pudiera medir la energía de ese recipiente, pese a estar vacío, el número no sería igual a cero, ya que habría todavía un porcentaje que representa la energía del vacío. Que es lo que simboliza esta constante cosmológica y que ahora llamamos energía oscura, para vestirlo con un marco más general”.

En los últimos años, los astrofísicos fueron cosechando pruebas muy contundentes sobre la existencia de la materia oscura. Se trata de una forma de materia cuya presencia solo puede ser inferida a partir de los efectos gravitacionales que provoca sobre la materia visible.

“Ahora, cuál es la identidad o qué tipo de partícula fundamental la componen es más complejo. Sin embargo, sabemos que no puede tener carga, que no puede actuar de cierta forma con la materia y la luz. Esto deja todavía muchas puertas abiertas y muchos grupos están investigando sus posibilidades. Lo que nos queda es encontrar la naturaleza de esta materia oscura”, señala.

Fuente: Clarín

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